Planeta Nueve, algunas preguntas y respuestas
El anuncio de un par de investigadores de la universidad de Caltech, Mike Brown y Konstantin Botygin, de que han encontrado evidencias que plantean la existencia de un nuevo planeta en el Sistema Solar ha copado titulares en la prensa de todo el mundo a pesar de no tener evidencia física alguna.
De confirmarse, el anuncio puede volver a elevar la cifra de planetas hasta nueve después de que Plutón fuera rebajado a la categoría de planeta enano por la incapacidad de limpiar de su órbita todos los objetos que se encuentran a su alrededor.
Hasta la fecha, todo lo que los científicos tienen sobre la mesa es una fórmula junto a las órbitas irregulares de varios cuerpos del cinturón de Kuiper. La explicación más plausible dice que la presencia de un planeta desconocido es la causante de esos movimientos orbitales, pero todavía restan un buen puñado de cuestiones por responder.
¿Qué se ha encontrado exactamente?
Por el momento, nada. Lo que se tiene ahora mismo son las órbitas de varios objetos más allá de Neptuno cuya irregularidad podría explicarse por la presencia del Planeta Nueve. René Duffard, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, explica que el mismo método se utilizó, en su día, para detectar Neptuno: “Las perturbaciones en la órbita de Urano permitieron el descubrimiento de Neptuno. Las de ahora se podrían explicar con la presencia de un planeta de unas diez veces la masa de la Tierra”.
¿Dónde está?
La órbita del Planeta Nueve no es circular como la de los planetas del Sistema Solar sino que, de existir, sería elíptica. “Sólo tenemos hipótesis y cálculos —admite Duffard—. Se calcula que el punto más lejano está a unas 600 unidades astronómicas y el más lejano a unas 1.200. Plutón, que está muy lejos, se encuentra a 40 unidades astronómicas”.
Otro de los aspectos que llaman la atención es su inclinación respecto al plano en el que se encuentran el resto de planetas, lo que podría hacer que incluso se moviera en sentido contrario: “La inclinación está entre 60 y 150 grados. Si pasa de los 90 grados puede ser retrógrado, girar al revés”, explica Duffard. Por si fuera poco, su órbita es tan grande que tardaría entre 10.000 y 20.000 años en dar una vuelta al Sol.
¿Por qué no lo hemos visto hasta la fecha?
“Es muy tenue y está muy lejos”, asegura Mike Brown, responsable del estudio, a Teknautas. “Está lejísimos”, argumenta Duffard. “Es oscuro, recibe poca iluminación del sol y pasa por el peor lugar del cielo para buscar algo: el centro de la Vía Láctea. Es dificilísimo encontrar algo ahí porque se produce un embudo de luz”, explica el investigador.
La tecnología actual permitiría ver el planeta pero el problema con el que se encuentran los investigadores es que no saben dónde deben buscar exactamente: “No se pueden comparar las estrellas o las galaxias con objetos mucho más oscuros. Hay que calcular un modelo que permita definir el tipo de órbita”. Duffard pone un símil automovilístico para explicar la situación: “Conocemos el circuito por el que se mueve, pero no sabemos en qué punto se encuentra el vehículo”.
Pero Brown ofrece un ápice de esperanza: “Los telescopios terrestres más grandes pueden verlo ahora que sabemos dónde buscar”.
¿Significa eso que el Sistema Solar es más grande de lo que pensábamos?
Hace años que se conoce la existencia de la nube de Oort, una frontera a unas 50.000 unidades astronómicas (el equivalente a entre uno y dos años luz) y que marca el límite de nuestro sistema planetario. “Llega hasta el espacio interestelar, la región donde el campo gravitatorio del Sol se impone al de otra estrella”, explica Javier Licandro, del Instituto de Astrofísica de Canarias.
La nube de Oort, el límite del Sistema Solar, se encuentra a una distancia entre uno y dos años luz
La aparición de un nuevo planeta con una órbita elíptica asemejaría el Sistema Solar a otros sistemas planetarios que ya se conocen en otros puntos de la galaxia. “Es probable que se hubiera formado en la región en la que se encuentran los otros grandes planetas y que, en una primera época, se hubiera expulsado a una región más exterior gracias a las interacciones dinámicas”, opina Licandro. “No sería una locura. Se han visto supertierras a 150 unidades astronómicas en otras estrellas con órbitas bastante alargadas”.
¿Conocemos algún dato sobre el planeta?
Ninguno más allá de los cálculos de Brown y Batygin. El primero sugiere que es “una versión en miniatura de Neptuno con una gruesa atmósfera gaseosa”. La supuesta masa que tendría ofrece algunas pistas. “Sería del tamaño de Neptuno”, explica Duffard, que distingue entre dos tipos de gigantes de gas, uno más parecido a Júpiter y otro más cercano a Neptuno.
¿Habrá otros planetas perdidos que todavía no hemos encontrado?
Puede ser, pero encontrarlos va a ser muy difícil. La presencia de objetos del cinturón de Kuiper cuya órbita es irregular puede delatar la presencia del Planeta Nueve, pero sería imposible determinar la posibilidad de que existan otros planetas en regiones más remotas con el mismo método.
“Los modelos de formación del Sistema Solar dicen que se han formado muchos embriones de planetas y que se ha expulsado mucho material al exterior: al cinturón de Kuiper y la nube de Oort“, ilustra Duffard. De nuevo, el hecho de buscar un objeto que refleja muy poca luz sin saber dónde buscarlo es una tarea complicada. “Sería muy difícil encontrar un objeto negro, que no moleste a nadie y que no esté iluminado ni refleje nada. Hasta podría ser un planeta expulsado desde otra estrella y capturado por la gravedad solar”, pronostica.
¿El anuncio de ayer confirma la existencia del Planeta Nueve?
Para nada. Pocas horas después del anuncio han aparecido las primeras voces escépticas. Francisco Diego, investigador del Departamento de Física y Astronomía de la University College de Londres, cree que debería haberse detectado “hace muchísimo tiempo”. Diego argumenta que se han encontrado “objetos mucho más pequeños (los que tienen órbitas irregulares) a una distancia similar”.
Licandro ofrece otros argumentos para poner en cuarentena el anuncio: “Los datos son un poco débiles. La muestra es muy poco significativa, sólo se han estudiado seis objetos. Pero el trabajo es bueno porque deja predicciones falseables. Dentro de un tiempo razonable, meses o años, veremos si aciertan o no”.
Duffard sí que cree que el estudio tiene una base sólida: “No hablamos de un planeta que interactúe y que esté físicamente cerca, como podría suceder con la Tierra y la Luna. Los objetos pasan cerca el uno del otro durante muchos años y cada vez que uno se acerca, la órbita sufre un cambio”. El investigador pone un ejemplo para demostrar la dificultad del hallazgo: “No están el uno al lado del otro. El Planeta Nueve está en el lado opuesto. Es como ponerse enfrente de un bosque y buscar un árbol sin saber que, en realidad, está detrás tuyo”.
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