Las claves para alcanzar un resultado óptimo son:
.-. Conocer la anatomía facial al detalle,
.-. Ejecutar la técnica con maestría y poner un toque de inspiración artística.
Para abordar este lifting médico-estético se emplea un gel reticulado, de alta densidad, que posee un gran poder de elevación y genera muy poco volumen.
Cuando se desarrolló este procedimiento por primera vez se identificaron 8 puntos, localizados a ambos lados de la cara. Hoy, gracias a la profundización en el conocimiento de las estructuras faciales, el procedimiento se aborda desde un análisis anatómico aún más detallado, que tiene en cuenta hasta 63 puntos. Ello permite personalizar al máximo la técnica.
El ácido hialurónico se inyecta en los puntos de conexión de los paquetes grasos internos con los ligamentos. Inyectando mini-dosis de ácido hialurónico de alta densidad, en puntos clave de tracción de los ligamentos faciales, se consigue elevar las estructuras grasas internas, desplazadas por culpa de la edad, y de este modo tensar el tejido, reposicionar volúmenes faciales y definir los rasgos.
Al desmarcarnos del efecto filler, conseguimos un rejuvenecimiento global y completamente natural, ya que la cara no se ve hinchada.
No es necesario incidir en todos los puntos en todos los casos, ni mucho menos. Por ejemplo, en pacientes aún jóvenes que recurren a este procedimiento para prevenir el envejecimiento pude ser necesario inyectar en sólo 1 o 2 puntos.
Esta versatilidad convierte a este tratamiento en una técnica de rejuvenecimiento personal e intransferible a medida de cada uno.
Se trata de un procedimiento indoloro, no invasivo y rápido, ya que se realiza en 30-60 min.