La testosterona es la culpable de que engordemos medio o un kilo por año entre los 30 y los 55 años
Y esto no entiende de clases o géneros. Los investigadores han descubierto que la testosterona es la culpable de que tanto ellas como ellos engorden medio o un kilo por año entre los 30 y los 55 años.
Llegar a los 50 tiene su gracia. Tienes la vida más o menos resuelta, tus propiedades están más claras y ya has hecho casi todo lo que tenías planeado. ¿La parte mala? La barriga en el caso de ellos, o las caderas en el caso de ellas. A partir de esta edad comienza un proceso de acumulación de grasa que es posible frenar a tiempo.
Envejecer no tiene por qué significar engordar, según aseguran científicos como el docor Neerav Padliya. Este experto en pérdida de peso insiste en que los cambios corporales que se experimentan a estas edades son más manejables de lo que pensamos. Y tiene una teoría: está seguro de que una vez que comprendamos el proceso que sigue el cuerpo, podremos ponerle remedio sin problema.
La culpable de que engordemos a partir los 40 es la testosterona, una hormona que desciende bruscamente en el cuerpo tanto de hombres y mujeres de mediana edad. El descenso en los niveles de esta sustancia causa una ralentización importante del metabolismo, lo que hace que quememos menos energía y, por tanto, almacenemos más grasa.
¿Por qué engordamos más?
En los hombres, los altos niveles de testosterona son los responsables de mantener sus cuerpos delgados y musculosos. Esto se debe a la hormona masculina se une a la grasa, llevándola fuera del cuerpo. También ayuda a construir músculo, a acelerar el metabolismo y a mantener la sensibilidad a la insulina (que previene la diabetes). “Sin embargo, a medida que los hombres envejecen, los niveles de testosterona disminuyen naturalmente a una tasa de alrededor del 1% al año después de los 30 años”, explica Padliya. Este descenso anima al cuerpo a almacenar grasa, especialmente alrededor del vientre, donde no solo parece antiestética, sino que puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades del corazón y diabetes.
En el caso de las mujeres, hay un delicado equilibrio entre progesterona y estrógeno a lo largo de sus años fértiles. Los niveles más altos de estrógeno incrementan la formación de tejido graso, pero en las mujeres jóvenes este efecto se compensa con niveles igualmente altos de progesterona. En cambio, a partir de los 35 años, los niveles de ambas hormonas disminuyen, lo que conduce a la menopausia y, por tanto, a la acumulación de grasa.
“Los niveles de progesterona disminuyen a un ritmo más rápido, lo que forma más tejido graso”, añade el experto.
Cómo combatir el aumento de peso
Como hemos visto, a medida que nos acercamos a la mediana edad, nuestro metabolismo se desacelera y perdemos masa muscular, lo que se traduce en que las dietas que hacíamos antes no sirven ya. Pero no hay de qué preocuparse: hay trucos.
1. Reduce el consumo de alcohol
Empiezas por una copa de vino y acabas con más de tres. ¿Traducción? Habrás ingerido sin darte cuenta 225 calorías. Con la cerveza ocurre lo mismo: aunque depende del tipo, en general, un tercio –unos 33 centilitros– tiene 150 calorías. Córtate un poco con las bebidas y busca alternativas para acompañar tus comidas.
2. Apaga la calefacción
Una medida bastante económica que te ayudará a perder grasa, sobre todo barriga. Al menos así lo asegura un estudio publicado en la revista ‘Diabetes’ según el cual reducir el calor durante el invierno puede ayudarnos a atacar la grasa del vientre mientras dormimos. Las temperaturas más frías ayudan a que nuestra grasa marrón se active y actúa más eficazmente en su tarea de quemar las grasas acumuladas en el abdomen.
3. Entrenamientos de fuerza
La masa muscular disminuye con la edad. A los 50 años se tiene un 20% menos que cuando tenías 30 años menos, y desde entonces todo va cuesta abajo. La pérdida del músculo va ligada a un metabolismo más lento y a esos kilos de más que se nos añaden en cada cumpleaños. Hacer pesas es la solución.
4. Recena
Dar al cuerpo un pequeño aliciente justo antes de acostarnos ayuda a mantener activo nuestro metabolismo para que no deje de trabajar durante la noche. Lo ideal es un tentempié de proteínas. Así lo confirmó un estudio realizado en la Universidad Estatal de Florida según el cual los hombres que se comían un bocadillo que incluía unos 30 gramos de proteínas tenían una tasa metabólica en reposo superior a la mañana siguiente que los que no habían ingerido nada.
5. Bebe más agua
Una de las cosas más importantes que podemos hacer para perder peso a medida que envejecemos es beber agua. Entre otros muchos beneficios, así conseguimos reducir la cantidad de sal de nuestra dieta sin darnos cuenta. Un exceso de sodio puede traducirse en que el cuerpo retenga líquidos, lo que se traduce en una desagradable sensación de hinchazón. Bebiendo al menos dos litros al día, lo podrás evitar.