La mejor dieta para adelgazar, según los científicos de Harvard
UNA CONTUNDENTE REVISIÓN DE ESTUDIOS
¿Grasas sí o no? La ciencia da respuesta de una vez por todas al eterno debate, y aseguran que su resolución es la única que garantiza que no volvamos a recuperar el peso perdido
Empieza a resultar agotador escuchar las distintas teorías de gurús en alimentación y nutrición sobre lo que debemos o no comer para conseguir perder peso. Que si fulanita que tiene 55 años aparenta menos de 40 porque pasa de desayunar, menganito adelgazó 100 kilos en un año dándose un paseo diario por el parque y comiendo pizza, o zutanita, que se quitó una media de 17 kilos al mes hinchándose a comida de Mc Donalds. Y encima, sus historias son verdad.
Escuchamos y leemos historias que parecen increíbles pero a determinados personajes les valieron. Ya, ¿pero por qué a ti no? No cabe duda que la genética, el estilo de vida y determinadas causas medioambientales influyen descaradamente en los procesos de pérdida de peso, por lo que nunca queda todo en manos de la dieta de turno que decidas seguir.
No es la primera vez que la ciencia interviene para aclarar mínimamente las cosas y dar explicaciones lógicas y testadas sobre la utilidad o falacia total de los regímenes de moda. En este caso han sido científicos de la prestigiosa Universidad de Harvard quienes han hablado, y aseguran haber encontrado la forma más eficaz de perder peso sin recuperarlo, uno de los grandes quebraderos de la inmensa mayoría de las personas que se ponen a dieta. Así se consigue.
La mayor parte de las dietas se posiciona en uno de los dos bandos: o hay que comer grasas para adelgazar o hay que eliminarlas por completo de nuestra alimentación. Fenómeno, ¿entonces qué hacemos?
La investigación elaborada por los científicos de Harvard, recientemente publicada en la revista ‘The Lancet: Diabetes & Endocrinology’, analizó 53 ensayos clínicos realizados hasta la fecha observando que las dietas bajas en grasas ayudan a adelgazar pero la pérdida de peso apenas se mantiene durante más de un año. No así en aquellas que defienden la ingesta de alimentos grasos en cantidades relativamente elevadas.
Claro que los hallazgos no resultaron espectaculares para el equipo de investigadores, asegura en ‘Yahoo’ Deidre Tobias, epidemióloga de la Escuela de Medicina de Harvard y autora principal del estudio. “Durante décadas la mayoría de la gente ha seguido las dietas bajas en grasas y todavía nos encontramos ante una epidemia global de obesidad. Sabíamos que algo no estaba bien en el mensaje que se promovía entre los consumidores”, asegura Tobias.
Un fugaz pérdida de peso
Lo que más llamó la atención de los científicos fue el hecho de que la pérdida de peso se mantuviese en el tiempo bastante más al seguir una dieta alta en grasas y carbohidratos que con el resto. “Sorprendentemente, los regímenes bajos en grasas eran ineficaces en el largo plazo”, explica la autora.
Los investigadores descubrieron que los participantes en los estudios de dietas bajas en grasas perdieron peso, pero sólo consiguieron mantener alrededor de dos kilos menos después de un año, mientras que aquellos que se alimentaron también de carbohidratos ricos en grasas continuaban pesando casi 4 kilos pasados 12 meses y en adelante.
Entonces, ¿a comer grasas?
Mientras algunos científicos y ‘expertos’ en nutrición sostienen que no debería haber ningún límite en la ingesta de grasas en nuestra dieta, un estudio publicado en el ‘Journal of the American Medical Association’ asegura que no todas son iguales ni afectan de la misma forma a nuestro metabolismo.
La investigación puntualizaba que no vale cualquier tipo de alimento graso. “Los que contienen las conocidas como grasas saludables ayudan a protegernos contra enfermedades como las cardiovasculares, mientras que otros muchos bajos en grasas o exentos de las mismas pueden ser una opción mucho peor para nuestra salud”, explicaban los autores del estudio.
Tobias, quien se muestra de acuerdo con que no todas las grasas son iguales, recomienda limitar la cantidad de grasas saturadas y grasas trans que se consumen: “Las grasas ‘malas’ siguen siendo perjudiciales”.
¿Por qué no funcionan igual todas las dietas?
Más allá de la inclusión o no de alimentos grasos en nuestra alimentación, un hecho contemplado incluso por los científicos de Harvard es la falta de fuerza de voluntad: “Cumplir con una dieta, ya sea alta o baja en grasas, a largo plazo parece ser la cuestión más difícil de realizar para la mayoría de las personas”, declaraba Tobias.
La epidemióloga también asegura que existe un problema potencial con lo que la gente suele comer para sustituir a los alimentos ricos en grasas. “Las personas intercambiaron fuentes de grasas saludables como el aceite de oliva o los frutos secos por azúcares y carbohidratos refinados. Incluso aunque sean capaces de seguir este tipo de dietas a largo plazo, cambiar determinados alimentos por otros no conduce a ningún resultado positivo, ni para el peso ni para la salud”, asegura la experta.
El hecho es que los alimentos ricos en grasas tardan más en digerirse, por lo que nos ayudan a mantenernos saciados durante más tiempo, ergo, comemos menos. No sólo nos sacian más sino que están más ricos. Como explica la nutricionista Karen Ansel, coautora de ‘The Calendar Diet’ (Wagging Tail Press), “la grasa da sabor a los alimentos y esto hace que una dieta sea menos propensa a volverse aburrida y sea más factible de seguir”.
Jonathan Sackner-Bernstein, cardiólogo y ex funcionario de la FDA, llevó a cabo un metaanálisis sobre la eficacia de las dietas bajas en grasas y carbohidratos. Su investigación, publicada en la revista ‘PLOS One’ el pasado mes de octubre, trató de sonsacar los verdaderos beneficios de eliminar las grasas de nuestra alimentación.
Tras analizar los controlados aleatorios de casi 1.800 participantes obesos y con sobrepeso, los investigadores encontraron que las dietas bajas en carbohidratos superaron a las bajas en grasas tanto en términos de pérdida de peso como en los relacionados con el riesgo de desarrollar enfermedades de corazón entre los participantes. “Trabajamos duro para encontrar una evidencia que sirviese para apoyar la recomendación de una dieta baja en grasas, pero no hay datos convincentes ni consistentes para hacerlo. Un régimen bajo en alimentos grasos nunca debería ser la opción”, asegura el doctor Bernstein.
Fuente: http://goo.gl/Pr9dGM
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