Terapias lumínicas LED, cuando la luz comenzó a tratar las arrugas y a curar
Las terapias lumínicas tienen siglos de historia. Hipócrates recetaba a sus pacientes baños de sol para mejorar patologías de la piel y egipcios e hindúes practicaban la cromoterapia (el poder curativo de los colores basado en las diferentes longitudes de onda que emiten), sin base científica ninguna. La aparición de la electricidad hizo que la ciencia se interesara por ella.
Muchas celebrities aseguran que se han convertido en incondicionales de sus virtudes por su comodidad de uso y sus resultados. Tom Cruise, Jennifer López, Victoria Beckham, Kim Kardashian o Kate Hudson abanderan esta cruzada lumínica.
El primer LED fue desarrollado en EE UU, en 1962, por el ingeniero Nick Holonyak, pero no fue hasta 1988 cuando los físicos T. Ohshiro y G.R. Calderhead, pioneros en describir la técnica LLLT (Terapia Láser de Baja Intensidad) detallando sus posibles efectos en las células. El potencial de la luz LED integrada dentro de las LLLT como herramienta médica y estética ya se vislumbraba, sin embargo, durante la década de los 90. Entonces, la fototerapia estaba dominada por los láseres convencionales, ya que los investigadores no eran capaces de generar luz LED de una longitud de onda específica (de un color determinado) como para alcanzar objetivos clínicos concretos.
Mas tarde Mossum K. Sawhney, del Hospital General de Massachusetts, y Michael R. Hamblin, de la facultad de Medicina de Harvard —que han llevado a cabo un seguimiento exhaustivo de las terapias con LLLT en dermatología estética—, explican que “las fuentes de luz no térmicas, coherentes (láseres) o no coherentes, de lámparas filtradas o diodos emisores de luz (LED) se utilizan en las aplicaciones terapéuticas de LLLT, principalmente, para reducir el dolor y la inflamación, acelerar la reparación de tejidos, regenerar tegumentos [órganos externos que protegen el cuerpo] y nervios y prevenir el daño tisular”. Y en los últimos años, continúan, se ha demostrado que es “una modalidad terapéutica prometedora para una amplia gama de aplicaciones dermatológicas y cosméticas”.
En ese mismo año 1998, la NASA dio un gran paso al lograr desarrollar fuentes de LED estables, potentes y de diversos colores.
El proyecto VegOne, puesto en marcha por la NASA en la Estación Espacial Internacional (EEI), consiguió en 2015 producir la primera hortaliza cultivada enteramente en órbita.
El astronauta estadounidense Scott Kelly y su equipo fueron capaces de crear las condiciones ambientales necesarias para que una lechuga romana común pudiera llevar a cabo la fotosíntesis y crecer como lo haría en la Tierra irradiándola con LED rojo, azul y verde. La ensalada resultante que degustaron los navegantes espaciales fue todo un hito ya que probaba que la fotobioestimulación cromática con esta tecnología era capaz de provocar actividad celular. O lo que es lo mismo, de ayudar a la generación y regeneración de tejidos.
La primera aplicación práctica fue la del rojo y el infrarrojo cercano, que conseguía mitigar el dolor y contribuir a la curación más rápida de heridas y quemaduras. Y los astronautas fueron pioneros en usar en órbita una tecnología que hoy tiene múltiples aplicaciones para la salud y belleza de la piel.
A borrar arrugas (y más)
Arrugas, flacidez, acné, celulitis, estrías, manchas, incluso alopecia, cuentan con una nueva herramienta “fácil de usar, amigable no invasiva, con efectos secundarios leves”, añaden, y con mucho futuro ya que funciona bien por sí misma y junto a otras tecnologías como los ultrasonidos focalizados de alta densidad (HIFU), radiofrecuencia en todas sus versiones, vacumterapia, microcorrientes o principios activos cosméticos de vanguardia. “Con la creciente aceptación y la continua investigación en el campo de la fotomedicina, se puede concluir que LLLT, entre otras modalidades fototerapéuticas, continuará creciendo y emergiendo como una herramienta versátil en dermatología”, concluyen los especialistas.
“La fototerapia con LEDs en cabina es absolutamente segura y libre de molestias para la mayoría de las personas de cualquier edad, sexo o color de piel”
Los tiempos de aplicación van de 10 a 30 minutos y los aparatos más seguros llevan un sensor que, automáticamente, mide la duración del tratamiento.
Al estimular la piel con luz a una longitud de onda concreta (cada longitud corresponde a un color), se consigue que las células reaccionen de una forma determinada. Cada longitud de onda (color) llega a una profundidad diferente y actúa de manera distinta, virtudes estéticas y utilidades de cada una:
– La luz roja (630-730 nanómetros) activa la regeneración celular y el metabolismo de los fibroblastos, generando colágeno y elastina, con lo que ayuda a reducir las arrugas, cierra los poros y previene el envejecimiento.
– La azul (440 nm) es la ideal para combatir el acné, ya que inicia un radical del oxígeno capaz de destruir la bacteria que genera esta patología; además, reduce el tamaño de los poros, los granos producidos por el estrés o los cambios hormonales; la inflamación y las rojeces y tiene un efecto calmante en las pieles hipersensibles.
– La verde (525 nm) es muy eficaz para luchar contra la hiperpigmentación ya que actúa sobre los melanocitos –células que segregan la melanina, el pigmento de la piel–, inhibiendo su producción excesiva, ayudando a suavizar las manchas, eliminar el melasma y mejorar el vitíligo y las cicatrices oscuras.
– La turquesa (480 nm) activa el flujo energético intercelular y posee un efecto relajante y calmante sobre las pieles fatigadas.
– La amarilla o ámbar (585-590 nm) estimula la circulación linfática, mejora la oxigenación y eleva el sistema inmunitario; es perfecta para regular las pieles sensibles, aportar luminosidad y suavidad, además de tener propiedades reafirmantes y actuar sobre el sistema nervioso.
– La violeta (405-420 nm), una combinación de rojo y azul, favorece la eliminación de toxinas, reduce la inflamación, mejora la cicatrización y está muy recomendada después de un tratamiento medico-estético como el Botox, rellenos o láser por su acción antiinflamatoria.
– La blanca (800-830 nm), capaz de penetrar en las capas más profundas, es una gran regeneradora de las células muy indicada para combinarla con tratamientos de rejuvenecimiento intenso.
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